Vino a los que eran suyos, pero los suyos no le recibieron. Sin embargo, a todos los que le recibieron, a los que creyeron en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios (Juan 1. 11–12. NVI).

Juan 1. 11 es uno de los versículos más trágicos de las Escrituras. Sin embargo, el siguiente verso es una de sus mayores promesas. Jesús vino a los suyos. Estos eran su pueblo, su iglesia. Pero los suyos no le recibieron.

Estaban esperando a su Mesías. Pero rechazaron y despreciaron a Jesús porque no venía con estatus social o con dinero. En sus mentes, Jesús andaba con la multitud equivocada. Él también desafió a su grupo religioso a pensar.

¿Qué se necesita para ser una iglesia que recibe a Jesús? No estoy hablando de la segunda venida. Jesús viene a ti todos los días, en muchas formas diferentes, esperando que le des la bienvenida. ¿Cómo tratas a Jesús cuando llega?

Para recibir a Jesús se necesita una humildad que sea lo opuesto al dogmatismo y al orgullo.

Esta es una humildad que acepta estar dispuesto a ser sorprendido por Jesús porque él es el Señor de lo inesperado. Se necesita un corazón de amor.

De hecho, hay una manera simple de asegurarse de que la iglesia le dé la bienvenida a Jesús. La Escritura nos dice:

Quienquiera que reciba a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe; y el que me da la bienvenida no me recibe a mí, sino al que me envió (Marcos 9. 37. NVI).

¿Quiénes son los más pequeños? Ellos son los que no son bienvenidos fácilmente.

– Eliezer González

Reflexión: Desafíate a ti mismo. Invita a alguien a tu casa a cenar a quien nunca hayas invitado. Trata de invitar a alguien que no sea cristiano o a alguien que esté actualmente en tu círculo de amigos. Dale la bienvenida a esa persona y amplía tu círculo de amigos para mostrar intencionalmente el amor de Cristo.


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