Jesús más cero: La joya de la justificación

Romanos 4:25

Él fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación. (NVI)

LA PALABRA JUSTIFICACIÓN es la palabra principal que emplea la Biblia para describir cómo nos salva Dios. Otras palabras son sustitución, salvación, santificación, representación, reconciliación, propiciación y redención. Todas tienen significados ligeramente diferentes. El apóstol Pablo nos ayuda a comprender una joya que tiene muchas caras. Juntas, estas palabras nos dan una imagen más completa de la idea de cómo nos salva Dios.

Pero la palabra ‘justificación’ es muy especial porque es la más utilizada, y porque nos dice cómo nos salva Dios según la ley. La palabra justificación pertenece a los tribunales de justicia. Es parte del proceso de juicio. En la Biblia significa lo opuesto de condena. Condenar significa declarar que alguien es culpable. Su opuesto, ‘justificar’, significa declarar que alguien es inocente, como si nunca hubiera pecado. Mediante su sacrificio, Dios permite que seamos absueltos de la culpa en esta vida y en la venidera. Más que eso, nos imputa la justicia de Cristo.

La gente puede decir: ‘Y bien, si Dios solo declara que no somos culpables, es porque eso no es realmente cierto’. ¡Eso es una ficción! Estas personas piensan que debemos ser perfectos en esta vida y no cometer ningún pecado. Pero cualquiera que sea realista sabe que la perfección (una vida sin pecado) no es posible en esta vida.

Los perfeccionistas piensan que la palabra ‘perfecto’ [perfect] en la versión King James de la Biblia significa sin pecado, pero no es así. Esto es inglés antiguo, y en el momento en que se escribió hace quinientos años, ‘perfecto’ significaba ‘maduro’.

Estamos llamados a ser cristianos maduros, pero vivir sin pecado es solo un objetivo en esta vida. Algunos de los que piensan que son perfectos y hablan mucho de ello resultan tener algún pecado flagrante en su vida. He conocido a algunos de ellos. Debe ser bastante decepcionante para ellos darse cuenta de que no son perfectos, pero posiblemente pasan por alto sus fracasos y se inventan excusan.

Necesitan un colirio para que puedan ver y entender. Oremos para que experimenten y vean que necesitan perdón, porque pueden ser muy duros con sus hermanos y luchan contra el evangelio.

Por otro lado, las personas que vienen genuinamente a Cristo, y ven en parte la realidad de su pecaminosidad, saben que nunca serán completamente perfectos hasta que Jesús venga y los transforme en la resurrección. Su única esperanza es confiar en Jesús, y la palabra ‘justificación’ nos es dada para consolarnos y darnos esperanza, fe y amor para poder crecer en la gracia. Sabemos que estar justificados es la única forma de entrar en el reino de Dios.

Así es como funciona. Jesús pagó en la cruz el precio de nuestros pecados de ayer, de hoy y de mañana. El castigo por nuestro pecado fue pagado en el Calvario.

Es pasado, está acabado, está fuera de nosotros, es absoluto, es real. Esta es una salvación grupal que potencialmente ha sido reservada para toda la raza humana. El individuo accede a esta gracia por medio de la fe, y lo que es potencialmente verdadero para el mundo entero se vuelve verdadero para mí.

Yo, el pecador, me acerco a Él, atraído por su Espíritu, en sintonía con mi culpa y suplicando misericordia. Dios, en lugar de mirarme a mí, mira la vida sin pecado de Cristo en la tierra y su muerte expiatoria. Sobre la base de lo que Jesús ha hecho, Dios me justifica como pecador. Me declara justo por causa de Cristo. No hay ningún mérito en mi ofrenda a Dios, todo se lo debo a Cristo.

Yo solo puedo aceptar la salvación de Dios por medio de la fe, e incluso la fe me es dada. Es la mano vacía que se extiende para tomar el regalo de Dios. Aleluya, Señor, heme aquí un pecador. Gracias por el amoroso sacrificio de mi Señor Jesucristo. Extiendo la mano de la fe para tomar el regalo. Ahora sé que eres misericordioso y me declaras justo a pesar de mis defectos. Me has resucitado y me has declarado limpio. Que tu amor colme mi vida y que a través de mí ese amor llegue a todos tus hijos.