El Evangelio sigue importando, porque sin él, todo lo demás acaba siendo una mala noticia.

¡Pero el Evangelio es siempre una buena noticia! ¡Es la mejor noticia de todas! Por eso siempre me sorprende la poca gente que realmente sabe lo que es.

La política es una mala noticia. Los políticos siempre parecen decepcionarnos. Todo lo que parece hacer la política es dividirnos. Esas son malas noticias.

Tener una comunidad aparentemente buena a la que pertenecer y para darte tu identidad puede ser agradable, pero con demasiada frecuencia descubres que la comunidad no es todo lo que parece ser. Esas son malas noticias.

Tener reglas sobre cómo vivir puede parecer útil, pero eventualmente conducen a la desesperación cuando se da cuenta de que siempre se queda corto. Esas son malas noticias.

Tener buenos principios para el desarrollo personal siempre es útil, pero con demasiada frecuencia le recuerdan que nunca parece desarrollarse lo suficiente. Esas son malas noticias.

Sentirse bien es agradable, pero generalmente no dura. Peor aún, a menudo le sigue una fuerte caída. Esas son malas noticias.

Todas estas cosas pueden ser buenas, pero no son el Evangelio.

El Evangelio nos recuerda que hemos sido rescatados porque somos amados

El Evangelio es el anuncio de que debido al gran acto salvador de Dios a través de Jesús en el Calvario, somos completamente perdonados, acreditados con la justicia de Jesús y aceptados ante Dios. El Evangelio es que recibimos la vida eterna como un regalo de Dios. Estas cosas pasan en el momento en que creemos.

Como resultado del Evangelio tenemos paz, esperanza y una base sólida para nuestra identidad. Hoy, el mundo necesita el Evangelio más que nunca.

Vivimos en un mundo que tiene menos paz que nunca. Hay problemas en nuestras mentes, problemas en nuestras comunidades y problemas entre las naciones.

Vivimos en un mundo que tiene menos esperanzas que nunca. Para la mayoría, nacen, viven en la desesperanza y luego mueren. Durante sus vidas, pueden probar innumerables formas de enmascarar y calmar la desesperanza, pero al final, ¿cuál es el sentido de todo esto? En lo profundo de nosotros, todos estamos desesperados por descubrir quiénes somos y nuestro lugar en el mundo. Sin embargo, a nivel social, hemos abandonado la búsqueda de la paz y la esperanza y la identidad como algo desesperado. Entonces, ya casi nadie habla de estas cosas.

Porque, ¿cómo puede haber paz, esperanza y significado, si todos descendemos y estamos hechos del choque sin sentido de los átomos? En nuestra gran inteligencia, hemos desmantelado las respuestas del pasado y las hemos reemplazado con desesperanza. No hay Dios, pero sea lo que sea que quieras que sea Dios, no hay verdad, pero lo que sea que prefieras decir que es, y no hay propósito excepto para el yo en el aquí y ahora.

El Evangelio nos recuerda que hay una salida para la humanidad y no se debe a nuestro conocimiento, ciencia o tecnología, ni a nada de lo que hemos hecho. Hemos sido rescatados porque somos amados. Has sido amado. Al contrario de lo que te dice la sociedad, puedes saber de dónde vienes, quién eres y hacia dónde vas. Todo se debe al poderoso acto salvador de Cristo en el Calvario, donde el Hijo de Dios te amó y dio su vida para rescatar la tuya. Por eso, tiene una base firme para su identidad que nadie puede quitarle. Eres un hijo de Dios y tienes vida eterna por su gracia.

Eso es lo que más importa. Ese es el Evangelio, y es tan buena noticia hoy como lo fue cuando Jesús irrumpió por las puertas de la muerte y salió de la tumba.

– Eliezer González


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