Resulta complejo entender que Dios tenga emociones como cualquier ser humano.

La hora decisiva está llegando y suceden eventos sobrenaturales que las personas no logran comprender. Desde la entrada del pecado a este mundo, el ser humano huye de la voz de Dios, o hace como que no la oye, o no la entiende.

En el ministerio terrenal de Jesús se manifestó la voz del Padre, anteriormente, en el bautismo de Jesús, en el monte de la transfiguración, y ahora aquí:

“Ahora mi alma está angustiada, ¿y acaso voy a decir: Padre, sálvame de esta hora difícil? ¡Si precisamente para afrontarla he venido! ¡Padre, glorifica tu nombre!”.

Se oyó entonces, desde el cielo, una voz que decía:”«Ya lo he glorificado y volveré a glorificarlo”. La multitud que estaba allí y que oyó la voz decía que había sido un trueno; otros decían que un ángel le había hablado.

“Esa voz no vino por mí, sino por ustedes —dijo Jesús—. El juicio de este mundo ha llegado ya y el príncipe de este mundo va a ser expulsado. Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo”. (12.27-32)

Resulta complejo entender que Dios tenga emociones como cualquier ser humano. Por esto es que también muchos dudan de que Jesús sea el Mesías. Vemos a Jesús con el alma angustiada. Ellos jamás aceptarían como Mesías a alguien que aseguraba que pronto moriría y esto era difícil de creer para los mismos discípulos que acompañaron a Jesús más de 3 años.

Posiblemente este texto presenta la última vez que Jesús tiene un encuentro con personas del pueblo antes de su muerte. Luego tendría encuentros y diálogos con sus discípulos y con los escarnecedores, pero con gente del pueblo esta sería la última vez.

Jesús manifiesta aquí algunos aspectos similares a la crisis que tendría en Getsemaní, en el Monte de los Olivos. Se siente angustiado, en crisis, sacudido. Aunque la llegada de la muerte produce angustia en muchos, pienso que el saber que pasaría por el momento de cargar sobre sí todo el pecado de la humanidad, resultaba agobiante. Esto es algo que nosotros no podremos experimentar, así que nosotros tampoco podemos entender mucho sobre las emociones y la angustia de Jesús en esos momentos.

Este diálogo entre Jesús y el Padre, frente a la gente, es una afirmación del compromiso de Jesús a cumplir, por más difícil y doloroso que sea, el plan de salvación preparado en la eternidad para el rescate del mundo, perdido por el pecado.

El Padre aprueba con una voz audible para todos los que estaban allí, el compromiso de Jesús.

Algo que me llama la atención del texto, es la afirmación escatológica de este momento: El juicio de este mundo ha llegado ya y el príncipe de este mundo va a ser expulsado.

Creo que el mensaje es claro. El juicio de este mundo se realiza en la cruz, y nunca en una fecha posterior. Lo que luego se expresa como juicio final, simplemente es la ejecución del veredicto, en base al juicio realizado en la cruz. No existe ningún juicio, ni luego de 1844, ni luego de 1914, ni luego del 2.000.

el veredicto incluye que el príncipe de este mundo va a ser expulsado. Hay algunas personas a las que les gusta mucho el tema de la guerra espiritual, y la cartografía espiritual y esas cosas. Para mí todo eso es pérdida de tiempo; una verdadera tontería.

Lo que debiéramos hacer todo el tiempo, no es gastar el tiempo en ridiculeces, y sí, son ridiculeces esas cosas de andar dando vueltas alrededor de una ciudad, para quitar a los demonios, y andar derramando aceite por todas partes. Me da vergüenza ajena todas las tonterías que se inventan día a día, desde diversos movimientos religiosos animistas, que piensan que podrán vencer a Satanás gritándole, tocando cuernos, arrojando agua bendita, pasando debajo de una puerta, y cosas por el estilo.

Creo que el animismo es la peor desgracia que pudo ocurrir a la iglesia evangélica; y claro, también a la iglesia católica, que cree que hay poder para vencer a satanás comiendo y adorando un pedazo de pan, o levantando una imagen de yeso o de madera. Tampoco encontraremos la liberación del mal con ritos y ceremonias de ningún tipo, con predicadores desquiciados que gritan e insultan al demonio.

Aquí viene lo importante:

Pero yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo. Jesús está invitando a todos a mirarlo a él en la cruz. Lo único que sirve en este mundo, lo único que nos libra de todo mal y de toda maldad, es mirar a Jesús levantado en la cruz.

La salvación de las personas no consiste en conocer doctrinas. Ni tampoco en ayunos. No consiste en ningún tipo de rituales. La muerte y resurrección de Jesucristo son las piedras fundamentales sobre el cual se debe edificar la iglesia.

Pero lastimosamente, como hace 2.000 años atrás, la gente está esperando otra cosa. La gente quiere otra cosa. Y esa otra cosa, o esas otras cosas, nunca funcionarán.

Como dice el texto, creamos en la luz, caminemos en la luz, seamos hijos de la luz (12.33-36)

Hasta aquí. Bendiciones y ¡hasta la próxima!

  • Wolfgang A. Streich

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