Salió Jesús de allí y fue a su tierra, en compañía de sus discípulos.  Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga.

—¿De dónde sacó este tales cosas? —decían maravillados muchos de los que le oían—. ¿Qué sabiduría es esta que se le ha dado? ¿Cómo se explican estos milagros que vienen de sus manos?  ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están sus hermanas aquí con nosotros?

Y se escandalizaban a causa de él. Por tanto, Jesús les dijo:

 —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra, entre sus familiares y en su propia casa.

 En efecto, no pudo hacer allí ningún milagro, excepto sanar a unos pocos enfermos al imponerles las manos.  Y él se quedó asombrado por la incredulidad de ellos.

Jesús recorría los alrededores, enseñando de pueblo en pueblo. (Marcos 6: 1-6 NVI)

Después de sanar a la hija de Jairo junto al mar, Jesús viajó tierra adentro hasta su ciudad natal, Nazaret. Cuando piensas en el hogar, quizás pienses en un lugar de amor y aceptación. Jesús estaba buscando un descanso y uno pensaría que lo encontraría en casa. Pero, lamentablemente, eso no es lo que sucedió. Sucedió todo lo contrario.

Jesús fue rechazado en su propia ciudad natal. Parece que ya saben todo lo que necesitan saber sobre él. Saben que no tiene un alto nivel de educación formal. Saben que es carpintero y conocen a su madre, a sus hermanos y hermanas.

Aunque no pueden negar la sabiduría de sus enseñanzas o los poderosos milagros que ha estado realizando, hacen lo que la mayoría de la gente hace cuando no puede entender algo. Su visión del mundo se siente amenazada, por lo que atacan lo que no comprenden.

Jesús les responde diciéndoles que un profeta no tiene honor en su propia ciudad, uno de los muchos dichos de Jesús que se repiten hasta el día de hoy.

Pero la parte triste de esto es que aunque Jesús hizo tantos milagros poderosos en otras ciudades, debido a su falta de fe, las personas que deberían haber estado más cerca de Jesús no recibieron sus bendiciones.

Es fácil para las personas que han pasado tiempo asociándose con Jesús pensar que lo conocen. Y por eso es fácil para ellos rechazar al verdadero Jesús. Y, finalmente, se perderán las bendiciones que Jesús tiene para ellos.

Eso es lo que sucede con muchas personas que han crecido en hogares religiosos o en la iglesia, y creen que saben de qué se trata Jesús. Y no les gusta lo que ven y se van. Pero ellos realmente no conocen al verdadero Jesús. No saben cómo es y cuál es su mensaje.

– Eliezer González

Piénsalo. ¿Cuál es tu experiencia de Jesús? ¿Conoces al Jesús de la Biblia? ¿Lo has experimentado personalmente?

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