Vemos la tensión entre las expectativas de la gente y la misión verdadera de Jesús

Vamos llegando a los eventos culminantes del ministerio de Jesús en esta tierra, y en estos pasajes se van presentando las características únicas y particulares como Verdadero Rey y Verdadero Mesías, tanto para Israel, como para toda la humanidad.

Aquí también vemos la tensión entre las expectativas de la gente y la identidad y misión verdaderas de Jesús.

Recomiendo leer el Comentario Bíblico Iberoamericano, del evangelio de Juan, por Stan Slade, de ediciones Kairós, págs. 248 a 254.

Notamos en los vs. 9 al 11, la contradicción entre la multitud de gente que quería ver a Lázaro, quién había resucitado, y por otro lado los dirigentes, que querían matar a Jesús, y ahora también a Lázaro. Esto parece realmente algo increíble.

a partir del vs. 12 inicia lo que llamamos en el calendario litúrgico como “Domingo de ramos”, o la entrada triunfal a Jerusalén.

Vemos aquí elementos de comunicación, relacionados a la victoria y la liberación; cosas que el pueblo de Israel anhelaba de todo corazón, la expulsión de los invasores, en ese tiempo los romanos.

La Pascua, que estaba por iniciar, era una fecha religiosa, conmemorando la liberación de Israel de Egipto. Slade indica que el tema de las ramas de palma era algo practicado en las fiestas de Dedicación y en la Pascua, como expresión de libertad, luego de la victoria de los Macabeos, al expulsar a los Seleucos de Jerusalén.

Ya habíamos hablado de esto en algún artículo anterior, lo referente a Antioco IV Epifanes.

Posiblemente esta expresión de fe nacionalista, estaba prohibida en tiempos de Jesús; pero aún así parte del pueblo la celebró, cosa que después los políticos utilizaron para acusar a Jesús como el que estaba encabezando una rebelión contra Roma.

También vemos a la gente levantar palmas y cantar las palabras del Salmo 118. 25-26: Bendito es el que viene en el Nombre del Señor.

Era una exclamación utilizada para recibir al Rey, y la gente esperaba al nuevo Rey de IsraelPero el reinado de Jesús no tenía que ver con cuestiones políticas. Eso estaba bien claro al no venir en un caballo, o en un carro de caballos, sino en un simple burrito.

Dice Slade:

… la gente en el camino hacia Jerusalén no se equivocó en identificar a Jesús como Rey de Israel. Su error era únicamente la estrechez de su visión: Jesús era el Rey de Israel, pero no solo de Israel sino de toda la tierra. No podía redimir a Israel con la sangre de los romanos, porque no era rey nacionalista. Como rey universal, tendría que redimir a Israel como parte de un plan universal. Para los lectores cristianos de Juan, entonces, “la sangre de tu pacto” de Zacarías, que salva a Jerusalén (9.11), se convierte en sangre del nuevo pacto, la sangre de Jesús que salva a todos los que creemos en él. (pág. 251).

Es importante aquí analizar todo el capítulo 9 de Zacarías y compararlo con el texto que estamos analizando de Juan. Vemos que también en Zacarías 9 aparece el símbolo del burrito relacionado con el Mesías.

Aunque los discípulos no entendían lo que estaba pasando realmente aquí, ya que estaban seguramente ilusionados que Jesús se bajaría del burrito y se pondría a destruir a los romanos, luego comprendieron el verdadero significado de esta entrada a Jerusalén, de Jesús como verdadero Rey de toda la humanidad.

Slade hace un interesante análisis de la porción que dice: Al principio, sus discípulos no entendieron lo que sucedía. Solo después de que Jesús fuera glorificado se dieron cuenta de que se había cumplido en él lo que de él estaba escrito (12.16).

Resumiré algunas ideas:

  1. Nos pasa a todos los seres humanos, que solemos darnos cuenta de las cosas, después que suceden. Aún así, vemos por ejemplo en Hechos, luego que Jesús resucitó, que los discípulos aún allí seguían creyendo que Jesús los libraría de los romanos: “Entonces los que estaban reunidos con él preguntaron: —Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel?” Yo diría, pero qué notable, ¡no entendieron nada! Pero esto suele ocurrirnos frecuentemente a todos, que no entendemos nada, o entendemos a media, o hasta inventamos nuestra propia interpretación haciendo una pegatina de versículos de aquí y de allá.
  2. Pero no nos desanimemos. Quizá más adelante lo entenderemos de manera bien clara. Ya lo dijo el Señor: “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra” (Is. 55.9): Los propósitos de Dios siempre van más allá que nuestra visión limitada.
  3. Ni la conversión ni la llenura del Espíritu Santo nos salvan de ser criaturas limitadas y pecaminosas, en vías de transformación hacia la imagen de Cristo (2 Co. 3. 18). (ver Slade, pág. 253)
  4. Faltos de comprensión y de perfección moral, la gracia de Dios nos hace colaboradores en la misión del Señor. Como los discípulos de Jesús, vamos a entender esto por completo sólo después. (Slade, pág. 253)

Y Slade comenta lo siguiente para terminar:

Juan termina el relato de la entrada real con un dato lleno de su ironía característica. Si bien la gente se equivocó en su concepto de Jesús como rey, por lo menos reconoció algo de la realeza de Jesús. Ni siquiera a eso llegaron las autoridades. Los fariseos vieron el entusiasmo de la gente y, lejos de sumarse a él, lamentaron la ineficacia de sus medidas represivas (11.57). Con ironía deliciosa Juan relata su lamento: “¡Miren cómo lo sigue todo el mundo!” Ya hemos visto que Juan emplea “el mundo” con más de un significado, pero aquí sirve como anuncio de la llegada de los gentiles, momento simbólico decisivo para los propósitos de Juan. (pág. 254)

Me parece muy rico en comunicación todo esto. Hasta aquí por hoy.

Bendiciones y ¡hasta la próxima!

  • Wolfgang A. Streich

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